viernes, 29 de junio de 2012

EL BUENO, EL FEO Y EL MALO


Está la prima de riesgo y está el futbol y hoy toca hablar de lo segundo.
Dicen del futbol que es la actividad más noble que se puede realizar con los pies. Por muy buenas razones, los aficionados a los masajes exóticos podrían no estar de acuerdo con esta afirmación. Yo también discrepo.
No es el balón lo que más inflado está durante un partido, son los egos. Las tendencias narcisistas afloran a ojos vista entre aquellos a los que este deporte encumbra y más aún cuando se trata de una ocasión tan especial como el encuentro Portugal – España del pasado día 27.
Por esta razón, me voy a permitir asignar roles en función al título de aquel famoso spaghetti western de Sergio Leone, eso si, los nombres propios tendréis que ponerlos vosotros.

Cuando uno se sabe el Otro futbolístico en el que los jóvenes se fijan para marcar sus metas, cuando uno es guapo, millonario e ídolo de masas siendo aún siendo joven, la inevitable consecuencia es que la vida se convierte en un posado permanente. La meta no es ya que la pelotita entre bajo los cuatro palos. Ahora se trata de que cada partido sea una gesta heroica que quede grabada para la posteridad. Cuando se llega a este punto, uno ha de ser siempre quien ponga la guinda en el pastel. Pero ¿Qué ocurre si la oportunidad de poner esa guinda (en este caso la quinta y definitiva guinda) nunca llega? ¡Injusticia! ¿Cómo han podido hacerme esto a MI?

La tradición. Respetar la tradición porque si algo gusta y funciona ¿Por qué cambiarlo? Ocurre en las alineaciones de los equipos y en el “Toro de La Vega”. Un planteamiento conservador, aunque sea ilógico, es siempre una apuesta segura ¿o no siempre? Si recurres a jugadores a los que el cansancio físico ya ha demostrado afectarles en el partido anterior, si mantienes en el banquillo a quienes por sus especiales características podrían marcar la diferencia, amigo, puedes verte en apuros. Afortunadamente un Santo, un pecador arrepentido y un soberbio resolvieron la papeleta a favor del equipo patrio.
  
Si un policía abusa de sus atribuciones, si un medico receta fármacos inadecuados, si un maestro no realiza su función docente, si cualquiera de nosotros transgrede lo que es moralmente exigible en el desempeño de nuestras funciones, estaremos en riesgo de ver como nuestra responsabilidad puede sernos retirada. Bueno, todos no. Parece que en el futbol la cosa no funciona así porque si un jugador basa su juego en la agresión continua y sistemática, si su nombre es siempre coreado desde las gradas en conjunción con el adjetivo “asesino” no parece que la cosa tenga repercusión alguna. Vergonzoso.

Bueno ahora os toca a vosotros sustituir los nombres de Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef por sus equivalentes futboleros.

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